Dios de misericordia,
te damos gracias por Damián de Molokai,
hermano universal,
padre de los leprosos,
hijo de los Sagrados Corazones.
Tú inspiraste en él
un amor apasionado por la vida,
por la salud y la dignidad
de los que halló caídos
al borde del camino.
Gracias porque, como Jesús,
supo amar hasta el extremo.
Gracias porque, como María,
supo entregarse sin reservas.
Gracias Padre, porque en Damián
sigues suscitando la santidad
y la pasión por tu Reinado.
Amén.
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